Te voy a dar unos
ejercicios para que los trabajes en casa, me dijo la profesional. Días después,
en la siguiente visita su consulta, me pregunto que tal habían ido los
ejercicios. No salía de mi asombro cuando, días antes, vi los ejercicios en
casa, “aprende a decir no” decía el titulo…. Con semejante insensatez, como
coño había creído esta que yo iba a hacer algo?...la madre que la parió!.
Y no es nada raro
encontrar a diario cursos, cursillos, talleres
y demás negocios publicitados con títulos tan llamativos como “Aprende a
conocerte”, “Gestiona tus emociones”, “Conócete a ti mismo” y un larguísimo
etc. Donde uno de los puntos en común de todos es “Aprende a decir no”.
En mis años de vida, no conocí a nadie que no supiese decir
“no”, es bastante sencillo, al fin y al cabo es
solo una silaba, vamos que tampoco es de una dificultad horrorosa como
“supercalifragilisticoespialidoso”. Una silaba que, por intuición propia, desde
los primeros años de vidas sabemos utilizar y con criterio propio. Yo que soy
de ejemplos extremos, pienso que nunca veremos a alguien que se le pregunte “si
quiere que le que quememos el coche”, “si le puedes pegar un puñetazo” o
cualquier cosa del estilo y respondan “si”. Por lo que deduzco, que somos muy
conscientes de cuando utilizamos el “no”.
A lo que que iba... Entonces, porque talleres y demás para aprender a decir no? Y es más, porque un
profesional, de una rama de medicina, tiene como ejercicio eso?
Mi respuesta a su
pregunta (que tal habían ido los ejercicios), fue meditada. Yo, ya se decir no,
sino prueba a decirme que me vas a cobrar doscientos euros por esta sesión y
veras como te digo que “no”. Acto
seguido le desarrolle toda una retahíla de argumentos por los que no estaba de
acuerdo con sus ejercicios, ni con todo aquello que tiene como fin aprender a
decir ese “no” que, según ella, tendría que aprender a decir.
Y es que ese “no” está vinculado a algo que el ser humano ya
trae de fábrica, el egoísmo. Como si no fuésemos lo suficientemente egoísta por
nosotros mismos como para aprender a serlo más.
Por lo visto las personas que no dicen en exceso “no”, no es que sean
generosas, desprendidas, solidarias, etc... Sino que no tienen cabida en esta
sociedad y pasan a tener un problema, cosa más rara por dios! Lo raro no es que
tengan problemas, que de toda la vida de dios, se ha dicho que de bueno se pasa
a tonto. Sino que en vez de invertir en mejorar y crecer la calidad humana,
hasta los profesionales aboquen por el adoctrinamiento y aborregamiento.
Posiblemente la utopía, no nos abandonó por aquello que
algunos se encargan de achacar a la edad y la madurez. Sino porque cuando hubo
que alimentarla con talleres, cursos y demás, donde un punto de trabajo fuese
“aprende a decir si” tiramos por el camino cómodo.